Desde hace unos años se empieza a considerar el músculo como un órgano endocrino, y cada vez más van saliendo a la luz las diferentes relaciones del músculo con los distintos tejidos. Igualmente, desde siempre se nos ha inculcado que realizar ejercicio físico es bueno para la salud emocional y para combatir situaciones estresantes. En este artículo se pone el foco en exponer la interacción existente entre el músculo y el cerebro, para poder comprender mediante qué mecanismos la práctica de actividad física y tener un buena salud muscular promueve una mejor salud emocional.

Entraré en detalle, basándome en la revisión publicada por la revista Nature en 2019 “Physical activity and muscle–braincrosstalk”.

CONTEXTUALIZANDO EL EJERCICIO FÍSICO:

– Durante el entrenamiento, el músculo genera unos señalizadores (miokinas), unos se interrelacionan con otros órganos, como el tejido graso, el intestino, el hígado, el páncreas, la piel, los vasos sanguíneos y el cerebro. Otras miokinas tienen la función de regular la diferenciación, proliferación y regeneración muscular, es decir, de mantener la calidad del músculo.
– En el caso de la comunicación con el cerebro, las miokinas favorecen la plasticidad neuronal, la creación de nuevas células neuronales (neurogénesis), mantienen la salud cognitiva y regulan la sensación de hambre-saciedad.
– Otra vía por la que el entrenamiento produce un beneficio emocional o reducción de la neuroinflamación, sería porqué con el ejercicio el músculo secreta unos metabolitos que afectan directamente en la expresión de ciertas hormonas y enzimas cuya función es regular la vía de la kinurenina.

ESTIMULACIÓN DE LA SECRECIÓN DE BDNF:

– El BDNF estimula el crecimiento y la diferenciación de células neuronales, la plasticidad neuronal, la función del hipocampo y la cognición.
– Tanto el ejercicio físico planificado como una simple sesión de entrenamiento aleatoria estimula la secreción de BDNF.
– El BDNF no sólo es secretada en el cerebro, con la contracción muscular continuada, propia del ejercicio, el músculo es capaz de secretar BDNF muscular donde contribuye a mejorar la producción de energía procedente de las grasas en el músculo.

¿MEDIANTE QUÉ MECANISMOS EL EJERCICIO ELEVA LA EXPRESIÓN DE BDNF EN EL CEREBRO?

1) CATHESPIN B: Esta molécula es un activador de la formación de BDNF, y el entrenamiento promueve la elevación de ésta en sangre.

2) IRISINA: Su secreción está inducida por una proteína de membrana (la FNDC5). Para que esta proteína se active necesita de un cofactor (PGC1-alfa). Bien, el entrenamiento, promueve la activación de este cofactor y por lo tanto aumenta la acción de la proteína de membrana (FNDC5) y en consecuencia aumenta la secreción de irisina. 

Además, la FNDC5 estimula la secreción de BDNF a nivel cerebral. Desde su activación en el músculo es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica y favorecer la producción de BDNF.

En resumen, cuantos mayores niveles de irisina encontremos, mayor secreción de BDNF cerebral y mejor neuroplasticidad.


3) BETA – HIDROXIBUTIRATO: Con la estimulación del uso de energía del almacén de grasa del organismo se producen los cuerpos cetónicos, y el Beta – hidroxibutirato es uno de ellos. Esto sólo pasa con la dieta cetogénica, con el ayuno controlado y con el ejercicio físico de larga duración.

Este cuerpo cetónico es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica y promover la elevación de los niveles de BDNF.

4) NORADRENALINA: Con el entrenamiento físico se eleva la producción de hormonas de estrés, entre ellas, la noradrenalina que está relacionada con el placer, el disfrute o el sentirse bien.

La noradrenalina parecería que estimula la secreción de BDNF, por eso el ejercicio llega a generar mejoras en la sensación del bienestar o del estado de ánimo postejercicio a partir de mejorar el equilibrio entre adrenalina y noradrenalina.

EL ENTRENAMIENTO FÍSICO EQUILIBRA LA RELACIÓN KINURENINA – ÁCIDO KINURÉNICO:

. El triptófano sabemos que sigue dos vías anabólicas, la conversión hacia serotonina y melatonina. Y la segunda y la mayoritaria, en casi un 95% del triptófano es utilizado en la ruta de la kinurenina para acabar generando, en condiciones ideales, por un lado el ácido kinurénico y del otro ácido nicotínico (vitamina B3).

El ácido kinurénico es neuroprotector, mientras que la kinurenina es neurotóxica y promueve la neuroinflamación. Así, en personas con depresión es común tener niveles excesivos de kinurenina y bajos niveles de ácido kinurénico. El entrenamiento físico estimula la enzima (KATs) catalizadora de la conversión de la kinurenina hacia ácido kinurénico.

En el apartado anterior comentaba que el ejercicio activa el cofactor PGC1-alfa y mediante la activación de una proteína de membrana elevaba el BDNF, bien pues este cofactor también interviene en aumentar la expresión de la enzima kinurenina aminotranserasa (KATs) en los músculos y así favorecer la conversión del metabolito neurotóxico hacia otro que juega un factor neuroprotector como es el ácido kinurénico.

Por lo tanto, el entrenamiento físico ayuda a mejorar el equilibrio entre la kinurenina y el ácido kinurénico.

Jordi García
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Barcelona)
LPF Certified Trainer. Postgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE)
Master en Medicina, Nutrición y Terapia Ortomolecular 

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