Uno de los factores estratégicos clave en la gestión deportiva y empresarial es la innovación. Innovación es una palabra que nos evoca modernidad, novedad y mejora.

Para Innovar hay que percibir el mundo y ver qué demanda. Es observar y descubrir, es sentir y escuchar activamente. Requiere constancia, trabajo y persistencia, ser valiente y no acomodarse, y grandes dosis de fe en tu organización y en las personas que la forman. E intuición. Mucha intuición. 

Podríamos decir que la innovación es un proceso en sí mismo, un proceso mediante el cual las empresas incorporan una serie de novedades que obligan a modificar elementos obsoletos y por tanto la revisión de todo el árbol de procesos organizativos y operativos. Como cualquier proceso, contiene su propia complejidad y por tanto requiere aprendizaje, adaptación y tiempo de implementación. 

Con la aceleración exponencial de la transformación digital provocada por la actual pandemia, la tecnología se centra en ser el vehículo de la digitalización, acaparando así la mayor parte de los procesos de innovación del tejido empresarial y también de las inversiones internas del mercado, clientes-proveedores.

Quizás te estés preguntando qué más puedes hacer para dar un paso adelante en la digitalización de tu club si tus clientes interactúan desde tu web o app móvil, si tus máquinas de fitness incorporan pantallas con elevadas prestaciones y últimamente, incluso te has sumado a las clases virtuales vía plataforma, streaming o live. 

Visto así parece que hemos hecho los deberes, que a nosotros el toro no nos pilla y que estamos al día adaptándonos a los enormes cambios vividos. Permíteme que lo dude. O al menos, que lo cuestione. Verás.

En una reciente conversación con uno de los referentes en la venta y distribución de equipamiento deportivo, me comentaba que un software de entrenamiento, pensado inicialmente para dar más valor al equipamiento, había tenido tanto éxito que se había convertido en sí mismo en el producto de mayor interés de negocio, sobrepasando al propio equipamiento e incluso absorbiendo el protagonismo de la marca. Hablamos de un software. Algo intangible, mucho más accesible económicamente que una máquina de fitness.

Ese hecho, provocó varios pensamientos entrelazados que vienen a colación:

  • Las preferencias el consumidor se dirigen a la individualidad y a la accesibilidad.
  • El consumidor se decante por mejoras cualitativas frente a cuantitativas.
  • El símil del Iceberg: Lo que vemos es solo una parte de lo que ocurre realmente.
  • Hemos vivido tal cambio que tendemos a pensar que todo se irá reencauzando aunque quizás sea un punto de inflexión de no retorno hacia una nueva era.
  • La realidad supera a la ficción. Para muestra un botón.
  • El avance de la tecnología se acelera, lo que antes suponía décadas de trabajo hoy se lleva a cabo en pocos años.
  • La carrera se desplaza hacia los contenidos digitales, ya no tanto en el equipamiento, cuyo valor diferencial reside más en la imagen de marca y/o diseño que en sus propias prestaciones, similares por fabricación.

Vamos a preguntarnos si los avances en digitalización que hemos llevado a cabo en nuestra oferta y servicios son suficientes, si están bien encaminados y si se gestionan como un proceso de mejora continua, no como una tarea realizada.

Vamos a actuar como una empresa en el marco de un sector maduro, que tiene claro su modelo de negocio, dotada capacidad de análisis, que toma sus propias decisiones, diseña sus estrategias y se adapta al ritmo que se requiere en cada momento.

Vamos a focalizarnos en nuestros propios negocios, la idiosincrasia de cada club es su ADN, personal y único.

Vamos a tomar buena nota de todo lo aprendido y a evitar darle el trato de anécdota en lugar de profunda transformación.

Vamos a ser más transgresores que nunca, a exigir esa actitud en todos y cada uno de los desempeños de la organización.

Vamos a ser más flexibles que nunca: Los cambios profundos requieren adaptación y eso nos obliga a ser flexibles.

Vamos a ser muy y muy rápidos: La velocidad del cambio nos obliga a analizar y decidir de forma ágil y continua.

Vamos a pensar que la innovación también puede residir en detalles, en sencillas acciones con clientes, en el factor sorpresa, en un acto interno de tipo social o lúdico, ¡Imaginación al poder!

Y por último, te invito a una última reflexión: Si crees que innovar es solo una apuesta tecnológica o digital que ya estás llevando a cabo, probablemente no quedes fuera de la carrera, pero tampoco harás pódium.

Para Innovar hay percibir el mundo y ver qué demanda, es observar y descubrir, es sentir y escuchar activamente. Requiere constancia, trabajo y persistencia, ser valiente y no acomodarse, y grandes dosis de fe en tu organización y en las personas que la forman. E intuición. Mucha intuición. 

Es cierto que lo importante es disfrutar del camino, pero ello no significa que siempre podamos pasearnos. 

Feliz carrera!

Mireia Hernández
Consultora especializada en la Gestión de Clubes de Fitness.
Gerente en Cool-Corporate. 

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