En la publicación anterior vimos como el estado del intestino es crucial en la salud muscular o si más no, en facilitar que nuestro músculo esquelético mantenga la capacidad de generar señalizadores antinflamatorios con un estilo de vida activo y la práctica regular de ejercicio físico. En esta ocasión, seguiremos la revisión publicada en la revista Nutrients (2019). “Gut Microbiota, Muscle Mass and Function in Aging: A Focus on Physical Frailty and Sarcopenia” pero enfocándome en cómo el desequilbrio intestino – músculo juega un rol destacado en la desincronización metabólica y cronológica, en resumen, en la pérdida de autonomía física y cognitiva prematura. 

La hiperpermeabilidad intestinal:

La hiperpermeabilidad intestinal no es específico de mayores de 70 años, es cada vez más habitual encontrar desajustes o sobrecrecimiento de bacterias patógenas en adultos jóvenes, generando igualmente una inflamación sistémica de bajo grado, aumentando el riesgo de aparición de enfermedades metabólicas, autoinmunes o degenerativas.

Esto explicaría, la cada vez más grande cifra de personas jóvenes que tienen limitada su autonomía física, y que tienen verdaderos problemas para seguir aprendiendo nuevas habilidades.

El rol de los ácidos grasos de cadena corta beneficiosos (SCFA’s)

Los SCFA’s beneficiosos como el butirato, acetato y propionato son metabolitos generados por las bacterias muconutritivas. Tienen una función básicamente antiinflamtoria de las células de la pared intestinal y a su vez, son fuente de energía de las distintas bacterias.

Estos metabolitos son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica, aportando beneficios a nivel emocional y conductual en las personas mediante la relación bidireccional intestino – cerebro.

A nivel muscular, los SCFA’s, permiten el buen funcionamiento de las mitocondrias musculares, esto incide de manera directa en la capacidad del músculo de captar la glucosa, de mejorar la sensibilidad a la insulina muscular, por lo tanto, mejora la sensibilidad a la insulina sistémica. 

Por otro lado, los SCFA’s también ayudan a un correcto funcionamiento de la oxidación de las grasas en las mitocondrias musculares. En resumen, los ácidos grasos de cadena corta, tienen la facultad de normalizar el funcionamiento muscular, bien para generar fuerza muscular como para promover su regeneración y la conexión neuromuscular.

Unos buenos niveles de SCFA’s está relacionado con un buen equilibrio de la microbiota intestinal, en este aspecto, se ha encontrado que aquellas personas mayores de 70 años que mantenían una diversidad bacteriana intestinal más similar a la de adultos mayores con la microbiota en equilibrio eran capaces de tener mayor autonomía tanto física como cognitiva, es decir, mayor capacidad de función muscular y plasticidad cerebral.

Por lo tanto, aunque la sarcopenia va ligada al envejecimiento, el envejecimiento no siempre va ligado a la edad cronológica sino al grado de disbiosis intestinal y la capacidad de la microbiota de fabricar suficientes SCFA’s beneficiosos. Por eso es vital, cuidar la microbiota, sobre todo a partir de los 40 años que es cuando empiezan a flaquear los procesos de regeneración. 

Cuidar la microbiota es una forma mantener engrasados los mecanismos celulares y permitirá que podamos seguir cumpliendo años siendo cronológicamente viejos pero metabólicamente jóvenes.

2. Microbiota y músculo

La microbiota intestinal, actúa como mediador entre la proteína ingerida en la dieta y la función pro anabólica de la proteína en el músculo. La microbiota es capaz de aumentar la biodisponibilidad de los aminoácidos (precursores de las proteínas) y a su vez estimula la secreción de insulina y su eficiencia en el músculo.

Se ha observado un déficit de bacterias muconutritivas (fabricantes de la capa de mucosa que cubre la pared intestinal) en personas con atrofia muscular. Por el contrario, aumentar la presencia de estas bacterias, (que son las que producen el butirato, propionato y acetato) produce una mejora de la función y fuerza muscular.

En esta línea, según la revisión en la que estoy basando todo el artículo, tomar butirato reduce la permeabilidad intestinal, la inflamación y a su vez aumenta la cantidad de músculo debido a que se equilibra la relación en los señalizadores inflamatorios y antiinflamatorios musculares (miostatina – irisina). Parecería más que interesante lograr llevar un estilo de vida y alimentación que potencie las bacterias productoras de butirato (almidón resistente, productos vegetales y alimentos fermentados).

Tomar fenoles (uva, frutas del bosque, cebolla, piel de la manzana, etc.), mejora la sensibilidad a la insulina muscular, y en consecuencia, reduce los señalizadores inflamatorios en el propio músculo permitiendo recuperar y/o mantener la funcionalidad muscular y los procesos de regeneración y anabolismo muscular (aumentar la cantidad de músculo) si estuviéramos trabajando en aumentarlo.

Finalmente la falta de actividad diaria, que está ligado a la sarcopenia, también produce cambios adversos en la microbiota intestinal, por lo tanto, la comunicación entre el músculo y la microbiota es de doble sentido.

En resumen, estamos viendo como la clave está en reducir señalizadores inflamatorios, bien porque esté desequilibrada la microbiota intestinal (exceso de proteolíticas, de bacterias reductoras de sulfuro, de aminas o de amoníaco) o bien porque llevemos un estilo de vida sedentario con hábitos alimentarios y de descanso proinflamatorios.

La sarcopenia, la fragilidad, o el deterioro cognitivo es propio del envejecimiento del organismo, no de la edad cronológica de la persona. Por lo tanto, el objetivo debería estar en retrasar al máximo la pérdida de autonomía y las limitaciones funcionales que nos hacen concluir que una persona está envejecida.

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