Ya escribí en su día sobre unos compuestos químicos de muy diversa naturaleza, origen y composición como son las sustancias antioxidantes (en el Nº63). Son compuestos muy de moda en los últimos años, más que en el deporte, en el ámbito de la salud y el anti-envejecimiento, pero hoy día con la publicación de las últimas investigaciones parece que ya no son tan “amigos” del deportista como lo eran antes…qué hay de nuevo sobre ellos?? 

Pues lo cierto es que actualmente están un poco en controversia en el ámbito deportivo, debido a que se cuestiona si es bueno frenar la “oxidación” natural que se produce post-ejercicio ya que está “oxidación” parece ser fundamental para generar una adaptación antioxidante de nuestro propio organismo, es decir, el ejercicio a priori nos oxida, pero a posteriori nos hace más antioxidantes y aquí es donde llega la gran paradoja. Esto es debido a que los humanos generamos una respuesta antioxidante inmediata y una adaptativa y esta última es la verdaderamente importante porque es la que hace que nos adaptemos a la oxidación. El uso excesivo de antioxidantes incide sobre la respuesta inmediata, lo cual es bueno, pero si nos pasamos hacemos que la respuesta adaptativa no se produzca y ahí es dónde está el problema, ya que frenamos un proceso natural de expresión genética y, por lo tanto, de adaptación del ser humano al entorno.

Dicho esto, ¿¿podemos entonces usar antioxidantes?? Parece que sí, pero no en mega-dosis como se venía recomendando hasta ahora, porque lo que se ha visto que un poquito sí nos ayuda en esa respuesta inmediata, pero mucho nos puede poner en apuros la adaptativa.

¿Cuáles son los mejores?

Os recuerdo de los que ya os hablé en su día:

  • Las vitaminas C, E y B2; los minerales Selenio (Se), Cobre (Cu), Manganeso (Mn) y Zinc (Zn). Este primer grupo son los más estudiados y reconocidos como sustancias antioxidantes cuyo claim destacado y permitid por la EFSA es “La/El “vitamina o mineral en cuestión” contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo”. De hecho la EFSA también nos marca la estrecha relación entre las vitaminas C y E diciendo que: “La vitamina C ayuda a regenerar la forma reducida de la vitamina E”. Mientras que el Selenio se relaciona con las dos anteriores ayudando a regenerar sus formas reducidas, es decir, la forma química con acción antioxidante.
  • Los polifenoles del aceite de oliva: el Hidroxitirosol y sus derivados, a partir de 20 g de aceite de oliva/día. La acción antioxidante se ejerce sobre los lípidos sanguíneos.
  • Ácidos grasos Omega-3: especialmente el DHA.
  • Ácido α-Lipoico: es antioxidante en humanos.
  • Coenzima Q10: fundamental en la producción de energía y con un importante efecto antioxidante cuando se asocia a la vitamina E.
  • β-Caroteno, Carotenoides, Quercetina y Catequinas: el primero conocido también como pro-vitamina A (color naranja de la zanahoria) es la forma activa de esta vitamina frente al daño oxidativo. Los Carotenoides son un numerosísimo grupo de pigmentos vegetales responsables de la coloración de los mismos, se dividen en 2 grupos (carotenos y xantofilas) y los más representativos de cada uno de ellos son: el Licopeno (rojo del tomate) y la Luteína (amarillo). La Quercetina (un flavonol) y las Catequinas presentes, entre otros, en el té verde (el más conocido el EGCG).
  • Resveratrol: presente en la uva roja. Se le atribuyen acciones de mejora del rendimiento y un potente efecto antioxidante demostrado en ratones y otros animales.
  • Antocianos y ác. Elágico: polifenoles presentes en bayas y frutas rojas (arándanos, cereza, frambuesas, etc.) con una potente acción antioxidante y antiinflamatoria.
  • SOD (Súper Óxido Dismutasa) y Glutation reducido: son dos formas activas que tiene nuestro cuerpo de luchar contra la oxidación. Muchos de las sustancias anteriores ayudan a formar o regenerar estos activos (Cu, Mn, Zn, Se) en nuestro cuerpo. Además se añaden como tal en algunos de los productos comerciales que se venden como antioxidantes.

A pesar de lo comentado al principio, los científicos tendrán que seguir investigando para poder dilucidar los diferentes interrogantes que todavía se nos plantean sobre ellos.

Pablo Felipe Martín

Formador Profesionales en APECED. Licenciado en Ciencias Químicas, UAM (Colegiado Nº 7.674). Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, UAM.

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