A pesar de que parece que la tendencia va cambiando, aún nos encontramos multitud de profesionales que aconsejan a las mujeres embarazadas que no realicen esfuerzos o incluso que reposen, algo ante lo cual la evidencia científica nos indica todo lo contrario.

El embarazo es un proceso fisiológico que conlleva una serie de modificaciones en el cuerpo de la mujer con el objetivo de conseguir un correcto desarrollo del bebé y su supervivencia. Estos pueden verse influenciados de manera positiva o negativa por el estilo de vida de la mujer gestante a lo largo de todo el proceso.

Las grandes organizaciones sanitarias animan a las mujeres a practicar ejercicio físico, tanto aeróbico como de fuerza, a lo largo de todo el embarazo, pues la ciencia muestra múltiples beneficios que aporta en cuatro aspectos, como son: beneficios maternos, en el bebé, respecto al parto y en la placenta/leche (ACOG, 2020; WHO, 2020). 

En cuanto a los beneficios que la mujer puede obtener de la práctica de ejercicio físico, podemos observar como el entrenamiento aeróbico y de fuerza regular durante el embarazo puede prevenir una excesiva ganancia de peso, evitar la diabetes gestacional, trastornos hipertensivos y preeclampsia, así como problemas a nivel psicológico (ACOG, 2020; S Nagpal et al., 2020). También se ha observado que entrenar regularmente ayuda a disminuir significativamente la fatiga excesiva a lo largo de todo el embarazo (Liu et al., 2020). 

En lo que se refiere al bebé, parece que la realización de un entrenamiento regular por parte de la madre aporta al feto múltiples beneficios, tales como evitar un bajo o excesivo peso al nacer (ACOG, 2020; S Nagpal & F Mottola, 2020), mejora los valores de frecuencia cardíaca, la circulación a nivel de cordón umbilical y a nivel cerebral, y, una vez nacidos, parece que los bebés de madres activas durante el embarazo reportan mejores resultados en el test de Apgar (Michalek et al., 2020).

Además, parece que los beneficios aportados por el entrenamiento a lo largo del embarazo tienen repercusión en la salud de la madre y los bebés en un futuro. Más concretamente, la práctica de ejercicio físico regular durante el embarazo puede prevenir problemas cardiovasculares (procesos hipertensivos, preeclampsia, etc.) y metabólicos (diabetes, obesidad, etc) tanto en la madre como en su descendencia (Figura 1) (S Nagpal & F Mottola, 2020). 

Figura 1. Procesos preventivos del ejercicio en madre y bebé (S Nagpal & F Mottola, 2020).

Cuando hablamos del parto, parece que aquellas embarazadas que han entrenado con regularidad tienen una mayor incidencia de partos vaginales, reduciendo de esta manera la probabilidad de partos con cesárea (ACOG, 2020; Veisy et al., 2021). Es más, parece que la práctica regular de ejercicio físico aeróbico no provoca partos pretérminos, incluso reduce su probabilidad (ACOG, 2020; Veisy et al., 2021). 

También encontramos en la literatura científica trabajos que indican que el entrenamiento de los músculos del suelo pélvico mejoran el trabajo de parto y reducen notablemente la probabilidad de sufrir desgarros importantes en el momento de dar a luz (Sobhgol et al., 2020).

La realización de ejercicio físico combinado de fuerza y aeróbico durante el embarazo también parece llevar a cambios en la composición de la leche materna. Marcadores proinflamatorios como son el TNF-α, IL-6, IL-8, promotores de diversas enfermedades, se ven reducidos notablemente en la leche materna (principalmente en el calostro) y marcadores como las fractalquinas (influyentes en el desarrollo neural) y la IL-10 (con funciones antiinflamatorias e inmunitarias) parecen aumentar en las madres que han realizado ejercicio físico durante el embarazo (Aparicio et al., 2018).

Así mismo, el ejercicio físico parece aportar beneficios a nivel de placenta, más concretamente hay estudios que nos indican que la realización de ejercicio físico prenatal mejora la eficiencia placentaria y la perfusión útero-placenta, así como parece darse una mejora en el volumen vascular y aumento del área de superficie capilar (Bhattacharjee et al., 2021), lo cual puede llevar a una mayor eficacia en el desarrollo del feto. 

A pesar de los múltiples beneficios que encontramos en los trabajos científicos que aporta la realización de un entrenamiento de fuerza y aeróbico regular a lo largo del embarazo, si deberíamos tener en cuenta una serie de contraindicaciones absolutas, que impedirían la realización de ejercicio en el embarazo, y relativas, ante las cuales deberíamos ser muy prudentes al programar el entrenamiento y siempre en coordinación con el personal sanitario (Tabla 1) (Meah et al., 2020). Sin embargo, también se nos indica de manera rotunda que la mayor contraindicación existente es la inactividad durante el embarazo, lo cual podría implicar un mayor riesgo de resultados adversos del embarazo (Meah et al., 2020). 

Francisco José Rodríguez López

 Director en Investigación en la Mujer, Ciencias del Entrenamiento y la Salud (IMUCES)
 Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.

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