El cáncer de mama representa uno de los tres cánceres más comunes entre las mujeres, junto al cáncer de pulmón y el colorrectal ((NIH, 2020). Gracias al avance en la detección y los tratamientos, el número de mujeres supervivientes de cáncer de mama ha aumentado alrededor del mundo (Baeyens-Fernández et al., 2018).

El pasado mes de octubre tuvimos una nueva ocasión de celebrar el día mundial de la lucha contra el cáncer de mama y, al igual que el año pasado, vamos a dedicar este artículo a entender mejor cómo el ejercicio físico puede ayudar en esta enfermedad que afecta a muchas mujeres.

Esta realidad trae consigo que las pacientes, aunque alargan el tiempo de sus vidas, muchas de ellas padecen algunos efectos secundarios del tratamiento de dicha enfermedad, los cuales pueden afectar a la calidad de sus vidas (Boyages et al., 2016).

Uno de estos efectos secundarios es el denominado linfedema relacionado con el cáncer de mama, el cual se da en los miembros superiores (Boyages et al., 2016).

El linfedema es una complicación que ocurre después de la disección de los ganglios linfáticos, por la cirugía de tumores en las mamas o miembros superiores, y generalmente es causado por una acumulación excesiva de líquido rico en proteínas (linfa) en los espacios extracelulares del tejido, lo cual causa una hinchazón transitoria o persistente de los tejidos blandos de la extremidad superior afectada (Ezzo et al., 2015).

Hasta un 30% (Zou et al., 2018) de supervivientes de cáncer de mama pueden padecer dicha afección y sus consecuencias físicas y psicológicas como son el dolor, edemas con fóvea, pesadez, malestar de la extremidad afectada, disminución del rango de movimiento de las articulaciones, infecciones cutáneas recurrentes, úlceras, elefantiasis, angiosarcoma cutáneo, depresión, ansiedad, trastornos relacionas con la imagen corporal. Este hecho hace que su calidad de vida se vea muy mermada.

Dada esta realidad, como profesionales del ejercicio físico, debemos preguntarnos si desde nuestra posición y con nuestros recursos podemos ayudar a las mujeres supervivientes de cáncer a prevenir o mejorar los síntomas derivados del linfedema.

La Sociedad Americana del Cáncer subraya que llevar una vida activa y saludable podría ser uno de los elementos claves para el tratamiento del linfedema relacionado con el cáncer de mama (Runowicz et al., 2016).

Atendiendo a dicha comunicación y acudiendo a la literatura científica, podemos comprobar satisfactoriamente como el ejercicio físico, aunque aún debe arrojarse más datos al respecto desde la comunicad científica, puede ayudar muy positivamente a las personas que han sido intervenidas de un cáncer de mama a prevenir el linfedema o a mejorar su sintomatología (Baumann, Reike, Hallek, et al., 2018; Baumann, Reike, Reimer, et al., 2018; Hasenoehrl et al., 2020; Hayes et al., 2022; Marchica et al., 2021; Panchik et al., 2019; Wanchai & Armer, 2019; Yeung & Semciw, 2018).

En primer lugar, es importante indicar que parece que la realización de ejercicio físico realizado de manera progresiva, adaptado y supervisado por un profesional del ejercicio físico es seguro en aquellas mujeres que padecen el linfedema (Baumann, Reike, Reimer, et al., 2018; Hayes et al., 2022; Marchica et al., 2021; Panchik et al., 2019), pues no empeora los síntomas ni la condición del mismo. Además, parece no aumentar la probabilidad de padecer dicha afección en aquellas personas que tienen riesgo de desarrollarla (Hayes et al., 2022; Marchica et al., 2021; Wanchai & Armer, 2019).

El motivo del cual deriva estos beneficios del ejercicio físico hacia la prevención y tratamiento del linfedema parece ser que se debe a una mejora en los sistemas musculoesquelético, cardiovascular y cardiorrespiratorio, sistemas que apoyan el transporte linfático (el bombeo estimulado de los fluidos venosos y linfáticos y la estimulación de los nervios simpáticos para contraer los vasos linfáticos) (Baumann, Reike, Hallek, et al., 2018; Baumann, Reike, Reimer, et al., 2018; Hayes et al., 2022).

Si es cierto que parece que cuanto antes se da el comienzo de la práctica de ejercicio físico, mayores beneficios parece que se obtienen del mismo (Baumann, Reike, Hallek, et al., 2018; Hayes et al., 2022; Redemski et al., 2022).

Entre los tipos de ejercicios estudiados, el más analizado ha sido el efecto que aporta la práctica de entrenamiento de fuerza por parte de la persona afectada, el cual ha sido en muchas ocasiones desaconsejado en el pasado por los profesionales (Tee et al., 2007).

El entrenamiento de la fuerza ha mostrado que parece ser efectivo para reducir la incidencia del linfedema (Baumann, Reike, Hallek, et al., 2018; Hasenoehrl et al., 2020; Panchik et al., 2019). La realización de un entrenamiento de fuerza de intensidad moderada y desarrollado con una adecuada progresión parece ayudar a mantener o mejorar la fuerza y tono muscular, el rango de movimiento del hombro, reducir el dolor, la hinchazón y la fatiga, así como controlar la composición corporal (Baumann, Reike, Hallek, et al., 2018; Marchica et al., 2021; Wanchai & Armer, 2019). Ello lleva a una mejora radical en la calidad de vida de las pacientes (Marchica et al., 2021).

Además del entrenamiento de la fuerza, cada vez son más los estudios que muestran que otros tipos de entrenamiento también tienen efectos muy positivos en la sintomatología del linfedema relacionado con el cáncer de mama (Baumann, Reike, Reimer, et al., 2018; Hayes et al., 2022; Marchica et al., 2021; Panchik et al., 2019).

Más concretamente, se ha visto como el entrenamiento aeróbico parece ayudar a reducir el volumen de las extremidades superiores, mejorar la fuerza y la resistencia de la parte superior del cuerpo, reducir la grasa corporal y la circunferencia de la cintura y la cadera y aumentar la masa muscular, lo cual se asocia con efectos positivos psicológicos y emocionales (Marchica et al., 2021).

También otros tipos de ejercicios como yoga, pilates, Nordic Walking, ejercicio en el medio acuático, trabajo de movilidad y flexibilidad parecen ser totalmente seguros y ayudan a mejorar la sintomatología derivada del linfedema y, por ende, la calidad de vida de las pacientes (Baumann, Reike, Reimer, et al., 2018; Panchik et al., 2019; Yeung & Semciw, 2018).

Por lo tanto, todos estos resultados apoyan el posicionamiento de la Red Americana de Linfedema que indica: “Las personas con linfedema o en riesgo de padecerlo pueden y deben realizar ejercicios aeróbicos y de fuerza de manera segura” (National Lymphedema Network, 2018).

Atendiendo a los beneficios que aporta el ejercicio físico en general, quizás debamos empezar priorizando la adherencia de las pacientes a la realización de ejercicio físico. Ante ello es importante considerar las preferencias de ejercicio de la paciente, junto con sus características específicas, como, entre otras, el historial de ejercicio y la presencia de otras afecciones comórbidas y/o efectos secundarios y síntomas relacionados con el tratamiento (Hayes et al., 2022). A partir de ahí, ajustar la programación del entrenamiento para obtener los máximos beneficios posibles del mismo.

Atendiendo a lo que la ciencia vislumbra, debemos recomendar que se comience a entrenar a baja intensidad y permitir que la respuesta de los síntomas del linfedema guíe el ritmo y los incrementos de progresión en la duración, intensidad, frecuencia y la inclusión de otros tipos de estímulos (Hayes et al., 2022). También indicar que se debe permitir un descanso adecuado entre series, evitar envolver los brazos con fuerza, usar mangas o vendajes de compresión durante el ejercicio, mantener la hidratación, evitar el calor extremo o el sobrecalentamiento y elegir usar circuitos de ejercicio en la sesión de entrenamiento. Todo ello debe realizarse, en la medida de los posible, bajo la supervisión de profesionales capacitados (Wanchai & Armer, 2019).

Ante todo lo comentado y siendo conscientes del gran potencial que tenemos de ayudar a las personas con el ejercicio físico, es muy necesario que nos sigamos formando como educadores físico-deportivos y estemos atentos a los últimos avances científicos para atender de la mejor manera a las personas que necesitan de nuestra ayuda.

Bibliografía

Baeyens-Fernández, J. A., Molina-Portillo, E., Pollán, M., Rodríguez-Barranco, M., Del Moral, R., Arribas-Mir, L., Sánchez-Cantalejo Ramírez, E., & Sánchez, M.-J. (2018). Trends in incidence, mortality and survival in women with breast cancer from 1985  to 2012 in Granada, Spain: a population-based study. BMC Cancer, 18(1), 781.

Baumann, F. T., Reike, A., Hallek, M., Wiskemann, J., & Reimer, V. (2018). Does Exercise Have a Preventive Effect on Secondary Lymphedema in Breast Cancer  Patients Following Local Treatment? – A Systematic Review. Breast Care (Basel, Switzerland), 13(5), 380–385.

Baumann, F. T., Reike, A., Reimer, V., Schumann, M., Hallek, M., Taaffe, D. R., Newton, R. U., & Galvao, D. A. (2018). Effects of physical exercise on breast cancer-related secondary lymphedema: a  systematic review. Breast Cancer Research and Treatment, 170(1), 1–13.

Boyages, J., Kalfa, S., Xu, Y., Koelmeyer, L., Mackie, H., Viveros, H., Taksa, L., & Gollan, P. (2016). Worse and worse off: the impact of lymphedema on work and career after breast  cancer. SpringerPlus, 5, 657.

Ezzo, J., Manheimer, E., McNeely, M. L., Howell, D. M., Weiss, R., Johansson, K. I., Bao, T., Bily, L., Tuppo, C. M., Williams, A. F., & Karadibak, D. (2015). Manual lymphatic drainage for lymphedema following breast cancer treatment. The Cochrane Database of Systematic Reviews, 5, CD003475.

Hasenoehrl, T., Palma, S., Ramazanova, D., Kölbl, H., Dorner, T. E., Keilani, M., & Crevenna, R. (2020). Resistance exercise and breast cancer-related lymphedema-a systematic review  update and meta-analysis. Supportive Care in Cancer : Official Journal of the Multinational Association of  Supportive Care in Cancer, 28(8), 3593–3603.

Hayes, S. C., Singh, B., Reul-Hirche, H., Bloomquist, K., Johansson, K., Jönsson, C., & Plinsinga, M. L. (2022). The Effect of Exercise for the Prevention and Treatment of Cancer-Related  Lymphedema: A Systematic Review with Meta-analysis. Medicine and Science in Sports and Exercise, 54(8), 1389–1399.

Marchica, P., D’Arpa, S., Magno, S., Rossi, C., Forcina, L., Capizzi, V., Oieni, S., Amato, C., Piazza, D., & Gebbia, V. (2021). Integrated Treatment of Breast Cancer-related Lymphedema: A Descriptive Review of  the State of the Art. Anticancer Research, 41(7), 3233–3246.

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Panchik, D., Masco, S., Zinnikas, P., Hillriegel, B., Lauder, T., Suttmann, E., Chinchilli, V., McBeth, M., & Hermann, W. (2019). Effect of Exercise on Breast Cancer-Related Lymphedema: What the Lymphatic  Surgeon Needs to Know. Journal of Reconstructive Microsurgery, 35(1), 37–45.

Redemski, T., Hamilton, D. G., Schuler, S., Liang, R., & Michaleff, Z. A. (2022). Rehabilitation for Women Undergoing Breast Cancer Surgery: A Systematic Review  and Meta-Analysis of the Effectiveness of Early, Unrestricted Exercise Programs on Upper Limb Function. Clinical Breast Cancer, 22(7), 650–665.

Runowicz, C. D., Leach, C. R., Henry, N. L., Henry, K. S., Mackey, H. T., Cowens-Alvarado, R. L., Cannady, R. S., Pratt-Chapman, M. L., Edge, S. B., Jacobs, L. A., Hurria, A., Marks, L. B., LaMonte, S. J., Warner, E., Lyman, G. H., & Ganz, P. A. (2016). American Cancer Society/American Society of Clinical Oncology Breast Cancer  Survivorship Care Guideline. Journal of Clinical Oncology : Official Journal of the American Society of  Clinical Oncology, 34(6), 611–635.

Tee, J. C., Bosch, A. N., & Lambert, M. I. (2007). Metabolic consequences of exercise-induced muscle damage. Sports Medicine (Auckland, N.Z.), 37(10), 827–836.

Wanchai, A., & Armer, J. M. (2019). Effects of weight-lifting or resistance exercise on breast cancer-related  lymphedema: A systematic review. International Journal of Nursing Sciences, 6(1), 92–98.

Yeung, W., & Semciw, A. I. (2018). Aquatic Therapy for People with Lymphedema: A Systematic Review and  Meta-analysis. Lymphatic Research and Biology, 16(1), 9–19.

Zou, L., Liu, F.-H., Shen, P.-P., Hu, Y., Liu, X.-Q., Xu, Y.-Y., Pen, Q.-L., Wang, B., Zhu, Y.-Q., & Tian, Y. (2018). The incidence and risk factors of related lymphedema for breast cancer survivors  post-operation: a 2-year follow-up prospective cohort study. Breast Cancer (Tokyo, Japan), 25(3), 309–314.

Francisco José Rodríguez López
Director en Investigación en la Mujer, Ciencias del Entrenamiento y la Salud (IMUCES)
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

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