El suelo pélvico forma, junto a la musculatura de la faja abdominal, la fascia toracolumbar y el diafragma, la cavidad abdominopélvica. Más concretamente, cierra inferiormente dicha cavidad, en oposición directa con el diafragma (Emerich Gordon & Reed, 2020). Estas dos estructuras, diafragma y suelo pélvico, a pesar de estar en posiciones opuestas, parecen estar íntimamente relacionadas.

A través de los artículos que hemos ido analizando en anteriores entregas, hemos aprendido como el entrenamiento del suelo pélvico es de gran importancia para la salud de la mujer, su calidad de vida, como tratamiento y prevención de diferentes patologías, así como para su correcto rendimiento deportivo. Sin embargo, el cuerpo humano hay que entenderlo de manera holística y no como una suma de estructuras con un funcionamiento aislado.

El conjunto muscular que forma el suelo pélvico y el diafragma están conectados a nivel miofascial, lo cual propicia que se dé una coordinación en la acción muscular de dichas musculaturas (Emerich Gordon & Reed, 2020; Hwang et al., 2021; Tim & Mazur-Bialy, 2021).

Más concretamente, al inspirar, el diafragma se contrae y se aplana, desplazándose caudalmente y aumentando así el espacio de la caja torácica. Durante la inspiración, la pared abdominal anterolateral se expande ligeramente, mientras que el suelo pélvico se mueve posteroinferiormente. Durante la espiración, el diafragma se relaja y se mueve dirección cefálica, y los músculos de la pared abdominal anterior se contraen, al igual que el suelo pélvico, que se mueve anterosuperiormente (Imagen 1) (Bø et al., 2023; Hwang et al., 2021; Tim & Mazur-Bialy, 2021).

Esta coordinación específica intermuscular busca una correcta gestión de la presión intra-abdominal, cuya función es generar estabilidad a nivel central, ayudar a mantener una correcta postura corporal, mejorar trasmisión de las fuerzas entre miembros superiores e inferiores durante el movimiento y contribuir a la continencia urinaria, fecal y de gases, así como evitar posibles disfunciones por el aumento excesivo de la misma (Hwang et al., 2021; Talasz et al., 2010; Tang et al., 2022; Tim & Mazur-Bialy, 2021).

Imagen 1.- Presentación gráfica de la coordinación entre el diafragma y el suelo pélvico durante la respiración (imagen tomada de Tim & Mazur-Bialy (2021)). 

Este hecho parece ser corroborado con los resultados de ciertos trabajos donde se muestra como aquellas mujeres con disfunciones de suelo pélvico o en el patrón respiratorio poseen una alteración en dicha coordinación y, por ende, poseen una mala gestión de la presión intra-abdominal (Hwang et al., 2021; Zachovajeviene et al., 2019).

Incluso algunos estudios nos muestran como el entrenamiento del suelo pélvico parece mejorar el patrón respiratorio en mujeres con problemas de continencia ya instaurados (Hwang et al., 2021).

Todo ello nos debe llevar a una reflexión, ¿debemos introducir dicha sinergia muscular durante el entrenamiento del suelo pélvico de manera voluntaria?

Los resultados de los trabajos existentes al respecto son poco concluyentes y algo controvertidos (Bø et al., 2023). Aun así, quizás debamos atender a la tendencia de los resultados existentes, los cuales llevan a plantearnos incluir un correcto patrón respiratorio durante el entrenamiento del suelo pélvico (Hodges et al., 2007; Hung et al., 2010; Hwang et al., 2021; Zachovajeviene et al., 2019).

Aunque el trabajo respiratorio de manera aislada no parece influir determinantemente en la funcionalidad del suelo pélvico (Bø et al., 2023), sí parece adecuado coordinar las contracciones de suelo pélvico con el patrón respiratorio durante el entrenamiento (Hung et al., 2010; Tang et al., 2022; Zachovajeviene et al., 2019).

Durante la inspiración, el suelo pélvico parece contraerse de manera excéntrica mientras desciende acompañando al diafragma en su aplanamiento. Sin embargo, en la espiración, el suelo pélvico se contrae de manera más intensa, elevándose en coordinación con la elevación del diafragma durante el vaciamiento de los pulmones (Imagen 1) (Bø et al., 2023; Messelink et al., 2005; Tim & Mazur-Bialy, 2021; Treumann et al., 2008).

Teniendo en cuenta esta sinergia natural que parece existir entre el suelo pélvico y el diafragma, en una faja abdominal sana, y lo que nos indican los resultados de los artículos actuales, deberíamos enseñar a nuestras deportistas que deben contraer el suelo pélvico en coordinación con la espiración o durante una exhalación forzada en los ejercicios, donde parece darse una mayor activación de la musculatura del suelo pélvico (Bø et al., 2023; Hung et al., 2010; Tim & Mazur-Bialy, 2021; Zachovajeviene et al., 2019).

Esta mecánica de ejecución, además de poder activar de manera más efectiva el suelo pélvico, también ayuda a gestionar de manera más eficiente la presión intra-abdominal (Tim & Mazur-Bialy, 2021), la cual se verá aumentada durante la realización de los ejercicios a lo largo del entrenamiento (de Mattos Lourenco et al., 2018), previniendo de esta manera un excesivo estrés en las estructuras del suelo pélvico y, con ello, la posible aparición de alguna disfunción en dicha estructura (Romero-Franco et al., 2021; Tim & Mazur-Bialy, 2021).

Ante toda esta información, solo podemos decir que debemos seguir estando atentos a la ciencia, la cual irá vislumbrando cuáles son las mejores metodologías para entrenar el suelo pélvico a nuestras entrenadas. La ciencia es el aval más fiable que tenemos para saber que los estímulos que planteamos en el entrenamiento son los correcto, los más seguros y efectivos para nuestras deportistas.

BIBLIOGRAFÍA

Bø, K., Driusso, P., & Jorge, C. H. (2023). Can you breathe yourself to a better pelvic floor? A systematic review. Neurourology and Urodynamics.

de Mattos Lourenco, T. R., Matsuoka, P. K., Baracat, E. C., & Haddad, J. M. (2018). Urinary incontinence in female athletes: a systematic review. International Urogynecology Journal, 29(12), 1757–1763.

Emerich Gordon, K., & Reed, O. (2020). The Role of the Pelvic Floor in Respiration: A Multidisciplinary Literature  Review. Journal of Voice : Official Journal of the Voice Foundation, 34(2), 243–249.

Hodges, P. W., Sapsford, R., & Pengel, L. H. M. (2007). Postural and respiratory functions of the pelvic floor muscles. Neurourology and Urodynamics, 26(3), 362–371.

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Messelink, B., Benson, T., Berghmans, B., Bø, K., Corcos, J., Fowler, C., Laycock, J., Lim, P. H.-C., van Lunsen, R., á Nijeholt, G. L., Pemberton, J., Wang, A., Watier, A., & Van Kerrebroeck, P. (2005). Standardization of terminology of pelvic floor muscle function and dysfunction:  report from the pelvic floor clinical assessment group of the International Continence Society. Neurourology and Urodynamics, 24(4), 374–380.

Romero-Franco, N., Molina-Mula, J., Bosch-Donate, E., & Casado, A. (2021). Therapeutic exercise to improve pelvic floor muscle function in a female sporting  population: a systematic review and meta-analysis. Physiotherapy, 113, 44–52.

Talasz, H., Kofler, M., Kalchschmid, E., Pretterklieber, M., & Lechleitner, M. (2010). Breathing with the pelvic floor? Correlation of pelvic floor muscle function and  expiratory flows in healthy young nulliparous women. International Urogynecology Journal, 21(4), 475–481.

Tang, Y., Guo, X., Wang, Y., Liu, Z., Cao, G., Zhou, Y., Chen, M., Liu, J., Mu, J., & Yuan, M. (2022). Rumba Dance Combined with Breathing Training as an Exercise Intervention in the  Management of Stress Urinary Incontinence in Postmenopausal Women: A Randomized Controlled Trial. International Journal of Environmental Research and Public Health, 20(1).

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Treumann, T., Tunn, R., & Schussler, B. (2008). Magnetic resonance imaging. In K. Baesler & et al (Eds.), Pelvic floor re-education (pp. 144–154). Springer.

Zachovajeviene, B., Siupsinskas, L., Zachovajevas, P., Venclovas, Z., & Milonas, D. (2019). Effect of diaphragm and abdominal muscle training on pelvic floor strength and  endurance: results of a prospective randomized trial. Scientific Reports, 9(1), 19192.

Francisco José Rodríguez López
Director en Investigación en la Mujer, Ciencias del Entrenamiento y la Salud (IMUCES)
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.

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