La pérdida de cantidad de masa muscular y de su función, aspecto conocido como sarcopenia, está asociado a la fragilidad física, y al incremento de la morbilidad de padecer enfermedades crónicas (de carácter metabólico), y de mortalidad por alguna de este tipo de patologías.

La pérdida de masa muscular, a partir de mediana edad (sobre los 40 años) es, aproximadamente, de un 1% por año, llegando a ser de hasta un 50% en edades entre los 80 y 90 años.

Está claro que uno de los factores determinantes es la edad cronológica, pero los hábitos y el estilo de vida pueden contribuir a frenar este deterioro muscular o, bien al contrario. Sea como sea, la sarcopenia tiene como final la pérdida de capacidad de realizar de forma autónoma las tareas diarias, el incremento de riesgo de caídas con la consecuente pérdida de independencia que puede llevar a la persona a la depresión, al aislamiento social y, obviamente, a cada vez una menor actividad diaria.

La eficiencia funcional del músculo está estrechamente ligada a la salud metabólica, de hecho, el músculo esquelético es el encargado de limpiar del torrente sanguíneo más del 70% la glucosa postpandrial circulante (después de la ingesta de comida). Por lo tanto, el músculo es un órgano capaz de regular la glucemia sanguínea, y prevenir, en un inicio la hiperinsulinemia compensatoria por exceso de glucosa en sangre y que ésta acabe derivando en alguna de las múltiples patologías asociadas a esta disfunción en la captación de la glucosa por los tejidos, y que culmina en el debut en diabetes del tipo 2.

La actividad física regular nos protege de este deterioro muscular en varios aspectos:

“The age-related loss of skeletal muscle mass and function: Measurement and physiology of muscle fibre atrophy and muscle fibre loss in humans.” Wilkinson, D.J. et al (2018)

Por un lado estimula la regeneración muscular favoreciendo mantener una buena cantidad de masa muscular y también su eficiencia funcional. Por otro lado, la estimulación muscular propia del ejercicio físico promueve la secreción de señalizadores musculares (mioquinas) que se interrelacionan positivamente en el propio músculo, y también con otros órganos y tejidos del organismo (cerebro, intestino, sistema inmune, tejido adiposo, etc.).

Observando tras la sarcopenia

Detrás de la pérdida de masa muscular y de su función encontramos el factor resistencia anabólica. Es decir, una pérdida de facultad del organismo de regenerar e incrementar la masa muscular.

Con el paso de los años, es obvio que el organismo vaya perdiendo eficiencia, ahora bien, hay otro factor a tener en cuenta, la resistencia a la insulina. La pérdida de capacidad del músculo a captar la insulina a mediana edad es el causante de la gran cantidad de población entre los 40 y 50 años que sufre de sarcopenia. Los causantes pueden ser muchos, actividad física ineficiente, malos patrones alimentarios, hábitos de descanso inadecuados, mala gestión emocional, etc.

En esta población, pues, es determinante hacerlos conscientes de la necesidad de llevar un estilo de vida activo de forma regular y de adquirir uno hábitos de vida saludables, si realmente, desean evitar o reducir su riesgo de padecer enfermedades de carácter metabólico (diabetes, hipertensión, deterioro cognitivo, apnea del sueño, accidentes cardiovasculares, cáncer con gran implicación metabólica como el de pecho, colon, próstata, etc.).

¿Cómo afecta la sarcopenia al sistema inmune?

“Skeletal muscle as potential central link between sarcopenia and inmuno senescense”. Nelke, Ch. et al. (2019).

Según esta revisión, en la actualidad más del 10% de la población mundial mayor de 75 años padece sarcopenia, y se especula que en el año 2045 en Europa, cerca del 72% de la población mayor de 75 años sufrirá de sarcopenia. Para añadir, que las personas sarcopénicas, mayores y de mediana edad, tienen un mayor riesgo de que su organismo no reaccione adecuadamente ante un patógeno infeccioso.

Como he comentado en primer apartado, el músculo esquelético es capaz de segregar mioquinas cuando es estimulado (contracción regular propia del ejercicio físico). En esta ocasión entraré más en detalle, la IL-15 que es capaz de estimular la síntesis de nuevo músculo a la vez que potencia la degradación de la grasa visceral. Asimismo, la IL-15 potencia la proliferación de células inmunitarias cruciales para que el organismo pueda mantener a ralla los distintos patógenos infecciosos, como son las NK (natural killers), neutrófilos y los linfocitos T. A su vez, es capaz de disuadir la producción de células proinflamatorias como TNF-Alpha.

Otro señalizados muscular que juega un rol importante en la caída inmunitaria producto de la sarcopenia es la IL-6. En este caso, su producción a nivel muscular tiene la particularidad que bloque efectos inflamatorios como el TNF-Alpha.

Como vemos, la acción muscular regular tiene la virtud de promover efectos potenciadores de la vigorosidad del sistema inmune. En un contexto sarcopénico caracterizado por la resistencia a la insulina y con un alto contenido de marcadores inflamatorios y una vaga actividad muscular, el resultado es el ya comentado, pérdida de autonomía física, cognitiva, alteraciones psico-socio-emocionales y una depleción de la función del sistema inmune.

¿Qué puede hacer la gente mayor?

A lo largo del escrito hemos visto como el ejercicio físico es determinante a la hora de mantener la función y la cantidad muscular. También hemos visto, que con el paso de los años la cantidad de masa muscular va reduciéndose, incluso en aquellos mayores que realizan de forma habitual entrenamiento físico. No obstante, aunque vayan perdiendo cantidad y función, con el entrenamiento se logra mantener la estimulación nerviosa para inervar las diferentes fibras musculares, hecho que mitiga el desarrollo de la sarcopenia.

Otro factor a tener en cuenta, son los patrones nutricionales, en este caso, la restricción calórica. Debemos partir de que en la actualidad, la sociedad occidental tiende a comer un excesos de calorías para la demanda real del día a día. Así pues, desde este punto de vista, la restricción calórica es un aliado del sistema inmune ya que tiende a reducir los marcadores pro-inflamatorios. Si disminuyen marcadores inflamatorios y hay estimulación muscular, puede ayudar a activar mejor la regeneración muscular.

Jordi García
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Barcelona).
LPF Certified Trainer. Postgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE).
Master en Medicina, Nutrición y Terapia Ortomolecular

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