La IU ha sido definida como la pérdida involuntaria de orina y tiene una prevalencia mundial del 13,9% en hombres y del 51,1% en mujeres. Los dos tipos más comunes de IU son la incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE), que se corresponde con la pérdida involuntaria de orina durante la realización de algún esfuerzo o ejecución física, y la incontinencia urinaria de urgencia (IUU), definida como la pérdida involuntaria de orina asociada a la necesidad urgente de ir al baño una vez aparece el deseo de micción.

En artículos de entregas anteriores estuvimos observando como el suelo pélvico (SP) era un gran olvidado dentro del entrenamiento de la mujer y como eso llevaba a la aparición de disfunciones que podían afectar a nivel personal a la perjudicada, siendo la disfunción más común la incontinencia urinaria (IU). En el presente artículo vamos a hacer una revisión de los trabajos científicos más recientes, e indagar sobre la verdadera prevalencia de la IU entre las mujeres deportistas, los motivos principales que llevan a la aparición de esta afección y las posibles herramientas que nos proponen la ciencia para afrontar dicho problema.

El embarazo y el parto han sido los principales motivos asociados a la aparición de la IU en la mujer (Lu et al., 2021; Woodley & Hay-Smith, 2021). Sin embargo, no pocos son los trabajos científicos que han dado a conocer que existe una prevalencia de IU a tener en cuenta entre las mujeres deportistas, principalmente en aquellas que realizan prácticas deportivas de alto impacto (de Mattos Lourenco et al., 2018).

Las mujeres y los hombres difieren en áreas clave de la anatomía y la fisiología relevantes para el entrenamiento deportivo, pero quizás la mayor diferencia es el SP que a menudo se pasa por alto. A pesar de esta realidad, aún son escasos los artículos que abordan esta diferencia y los problemas de esta estructura relacionadas con el deporte (Giagio et al., 2021).

Diferentes estudios han encontrado que la prevalencia de la aparición de IU entre las mujeres deportistas es de un 28% hasta un 80%, existiendo el mayor porcentaje entre las mujeres que practican deportes de alto impacto, los cuales son aquellas actividades que implican la realización de saltos y acciones relacionadas con contracciones abdominales máximas (Almousa & Bandin Van Loon, 2019; Pires et al., 2020).

Dicha realidad puede deberse a que las actividades de alto impacto producen un incremento de la presión intra-abdominal, lo que lleva a fuerzas intensas y elevada tensión en el SP, pudiendo derivar en una lesión.  Esto crea dificultad en la transmisión de fuerzas musculares a la uretra y el mecanismo de continencia no funciona de manera efectiva por un debilitamiento de la zona, originando la aparición de la IU (Almousa & Bandin Van Loon, 2019; Pires et al., 2020).

Algunos autores han examinado las diferencias anatómicas en el SP de atletas nulíparas con y sin IU, encontrando que el grupo incontinente tenía un músculo elevador del ano más grueso. Ello sugiere que la IU no está asociada con la fuerza muscular, sino con la respuesta disminuida o la reacción tardía del músculo elevador del ano (Roza et al., 2015).  La respuesta retardada podría darse por alteraciones en las fibras intra-fusales como consecuencia de muchos años de entrenamiento deportivo y de soportar constantes aumentos de presión abdominal (Almousa & Bandin Van Loon, 2019; Culleton-Quinn et al., 2022).

Las repetidas fuerzas y tensiones que se dan durante la práctica deportiva sobre el SP también pueden reducir el colágeno del tejido conectivo de la estructura pudiendo desencadenar la IU, debido a una reducción en la capacidad funcional del soporte uretral. Se ha visto que las deportistas afectadas tienen hasta un 40% menos de concentración de hidroxiprolina (componente fundamental del colágeno) en la fascia del recto. Esta anormalidad en el colágeno puede afectar al tejido conectivo y ligamentoso de toda la estructura (Almousa & Bandin Van Loon, 2019; Pires et al., 2020).

Finalmente, también puede ser posible que exista un umbral de fatiga personal diferente para cada atleta y, que cuando se supere, el mecanismo de continencia se vea afectado (Almousa & Bandin Van Loon, 2019).

Esta realidad tiene un impacto emocional entre las deportistas que lo sufren, provocando sentimientos de vergüenza, ansiedad/preocupación, molestias, miedo y frustración. Lo cual parece también desencadenar un impacto negativo en su rendimiento deportivo, incluso provocando en ciertos casos que la atleta/deportista abandone o limite la práctica de su deporte (Culleton-Quinn et al., 2022).

A pesar de ello, en muy pocas ocasiones las deportistas buscan ayuda entre los profesionales de la salud o sus entrenadores, optando por estrategias propias como puede ser la utilización de comprensas y elementos de contención, o incluso aumentar la frecuencia de micción o restringir la ingesta de líquido durante la práctica deportiva (Culleton-Quinn et al., 2022). Sin embargo, son menos las que optan por incluir el entrenamiento de la musculatura del SP dentro de sus rutinas de entrenamiento específicas de la disciplina deportiva que desempeñan (Culleton-Quinn et al., 2022).

Esto puede estar relacionado con el hecho de que muchas atletas femeninas simplemente no están familiarizadas con la aparición de IU o con los ejercicios de fortalecimiento del SP.  Ello sugiere que los entrenadores deberían ser más conscientes de la prevalencia de la IU en las atletas para informarlas mejor (Almousa & Bandin Van Loon, 2019), los cuales en muchas ocasiones desatienden esta necesidad por desconocimiento (Giagio et al., 2022) o por desplazarla a un segundo lugar.

A pesar de la limitada evidencia entre las mujeres deportistas, los ejercicios de fortalecimiento de la musculatura del SP parece ser la estrategia más eficaz como tratamiento para la IU. Este hecho hace que dicha estrategia se convierta en un componente esencial de los programas de fuerza y acondicionamiento en las atletas, independientemente de su especialidad deportiva, pues al igual que ocurre con otros trastornos musculo-esqueléticos, tras una valoración individual, se debe trazar un plan de intervención específico, adaptado a las necesidades de cada atleta (Giagio et al., 2022).

Además, el incluir los ejercicios de fortalecimiento de SP entre las deportistas femeninas parece mejorar la eficacia y calidad de la contracción muscular tanto en continentes como en incontinentes (Romero-Franco et al., 2021), lo cual hace que su implementación también sea una estrategia de prevención adecuada.

Estos ejercicios no solo deben hacerse de manera aislada, sino integrando las contracciones y conciencia del SP durante actividades que varíen la presión intra-abdominal, alargando lo programas de entrenamiento al menos 6 semanas para que se den efectos positivos (Romero-Franco et al., 2021).

Por todo ello, podemos decir que la IU es una disfunción que en esta población es un problema clínico evidente, por lo que debemos promover un diálogo constructivo entre los diferentes profesionales que trabajemos con las deportistas, para entender mejor los mecanismos de los factores de riesgo de la musculatura del SP e implementar estrategias preventivas y asesoramientos adecuados para beneficio de las deportistas (Giagio et al., 2021; Pires et al., 2020).

Nos queda trabajo por hacer como profesionales del ejercicio, pues aún nuestras deportistas están desatendidas en muchas ocasiones. Estaremos atentos a la ciencia, para seguir aprendiendo, estar actualizados y dar el mejor servicio posible a la mujer desde el ejercicio físico.

Francisco José Rodríguez López
Director en Investigación en la Mujer, Ciencias del Entrenamiento y la Salud.
(IMUCES)

Bibliografía

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de Mattos Lourenco, T. R., Matsuoka, P. K., Baracat, E. C., & Haddad, J. M. (2018). Urinary incontinence in female athletes: a systematic review. International Urogynecology Journal, 29(12), 1757–1763. https://doi.org/10.1007/s00192-018-3629-z

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