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Sección: Medicina y ciencias del deporte

El ayuno controlado y sus múltiples beneficios

El ayuno controlado provee múltiples beneficios. Por “ayuno” se entiende el acto de abstenerse parcial o totalmente de comer o beber durante un período de tiempo predeterminado y controlado. La “desnutrición” es una dramática reducción y asimilación de los alimentos con significantes perdidas de energía metabólica. 

La “inanición” es la forma más extrema de desnutrición, consecuencia de una prolongada e insuficiente aportación alimentaria. Se caracteriza por una pérdida extrema del peso corporal, disminución de la tasa metabólica, debilidad extrema, daño orgánico, y posiblemente la muerte.

La energía metabólica disponible se divide en dos categorías: 1.- almacenada en la circulación (plasma) e inmediatamente disponible; y 2.- almacenada en los tejidos y eventualmente disponible. La energía disponible en plasma es pequeña y solo capaz de abastecer el metabolismo basal durante 80 minutos. 

El glucógeno hepático provee la energía en la inanición de corta duración, mientras que la grasa y la proteína muscular la proveen en períodos prolongados. La inanición consta de tres fases sucesivas: 1.- interprandial (entre comidas); 2.- postabsortiva (ayuno nocturno); y 3.- desnutrición prolongada.

Fase Interprandial

Comienza a las 4 o 5 horas y dura entre 2 a 5 horas después de absorberse los alimentos ingeridos. La principal fuente de glucosa sanguínea es el glucógeno hepático, almacenado vía glucogénesis, que se degrada mediante glucogenólisis.

No todos los tejidos requieren glucosa como combustible esencial, los músculos son capaces de utilizar ácidos grasos libres liberados por el tejido adiposo. La utilización de ácidos grasos como combustibles cobra más importancia a medida que avanza la inanición. La glucogenólisis está controlada esta fase por tres factores: 1.- concentración de glucosa en plasma; 2.- insulina; y 3.- glucagón.

A medida que la concentración de glucosa en la sangre portal disminuye, la concentración de glucosa-6-fosfato en los hepatocitos cae bruscamente, cosa que estimula la degradación del glucógeno. La insulina y el glucagón regulan las concentraciones de AMP cíclico y también controlan la glucogenólisis.

Si disminuye la insulina se liberan ácidos grasos libres. El resultado neto de las concentraciones de insulina y glucagón promueven la liberación de ácidos grasos libres en el tejido adiposo y de glucosa a partir del glucógeno hepático. Los músculos esqueléticos periféricos y el tejido adiposo consumen progresivamente menos glucosa y pasan a utilizar ácidos grasos como fuente energética. Pasadas las 8 a 10 horas de ayuno, más del 50% de las necesidades energéticas musculares se realizan mediante ácidos grasos libres.

Fase Postabsortiva

Corresponde a las horas de sueño nocturno. El glucógeno hepático forma entre el 4 y 5% del peso total del hígado (1.5 kg), pero puede llegar al 10% después de una ingesta. Tal glucógeno, vía glucogenólisis, mantiene la concentración de glucosa en sangre en valores normales durante 12 a 16 horas.

Cuando el glucógeno hepático comienza a agotarse, se producen cambios para continuar suministrando glucosa a sangre. Consecuentemente, el organismo comienza a sintetizar glucosa a partir del ácido láctico, ácido pirúvico, glicerol, y los aminoácidos glucogénicos. Este proceso hepático genera glucosa mediante tres vías: 1.- degradación de proteínas; 2.- degradación de triglicéridos; y 3.- vía piruvato y lactato.

La principal fuente de glucosa para la gluconeogénesis son los aminoácidos obtenidos vía degradación de proteínas. Esto puede ocurrir en el hígado pero, como el principal repositorio de proteínas es el músculo, es este último quien representa la fuente primordial de suministro de aminoácidos, especialmente si la inanición es prolongada.

Los aminoácidos ramificados valina, leucina, e isoleucina son importantes para formar amino compuestos disponibles para el metabolismo oxidativo. Estos aminoácidos se transportan al hígado donde se convierten en glucosa.

Fase de Desnutrición Prolongada 

Si bien las dos primeras etapas cubren las necesidades energéticas la depleción de las fuentes proteicas causa graves efectos en los tejidos. Si la inanición se prolonga más de 24 a 48 horas se ahorran proteínas reduciendo la producción de glucosa hepática de 150 a 250 gramos al día (después de 1 a 3 días de ayuno), a 40 a 50 gramos al día (después de 4 a 6 semanas de ayuno).

El cerebro reduce su utilización de glucosa y aumenta su oxidación de cuerpos cetónicos como fuente de energía. El cerebro consume más del 80% de los cuerpos cetónicos hepáticos, pero aún conserva una necesidad de glucosa residual. Tal requisito es del 40% de la existente en las primeras etapas de la inanición. La reducción en la movilización de proteína muscular disminuye la excreción de nitrógeno. La reducción es de 12 a 15 gramos al día hasta llegar a los 3 a 4 gramos al día, después de 4 a 6 semanas de ayuno.

En estado de inanición se sobrevive 30 a 40 días, siempre y cuando se esté bien hidratado. Los síntomas graves comienzan entre los 35 a 40 días y la muerte sobreviene entre los 45 a 61 días.

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