Los músculos están conectados a los tendones, y estos a los huesos. La capacidad de movimiento implica una estimulación especifica de los músculos. Tal estimulación produce una fuerza que provoca el movimiento de los segmentos óseos. El movimiento puede ser mono articular y simple como en la flexión de la rodilla, o bien multi articular y complejo como en la sentadilla. Por lo tanto, las exigencias de intercomunicación neuromuscular en ambos tipos de movimiento difieren en múltiples grados de complejidad.

Para que un programa de entrenamiento logre optimizar un movimiento deportivo especifico es necesario entrenar los movimientos mono y multiarticulares de manera altamente especifica. Esto se logra generando distintos patrones secuenciales de activación neuromuscular, así como de un sofisticado sistema de comunicación y coordinacion neuromuscular.

Una unidad motora consiste de una neurona motora alfa y las fibras musculares asociadas. Cuando se estimula una unidad motora, todas las fibras de la unidad son activadas para contraerse y generar tensión. Las unidades son reclutadas por impulsos nerviosos para producir determinados patrones de tensión muscular en términos de fuerza estática y dinámica, aceleración y potencia, y rapidez y velocidad… entre otros.

Los principios de umbral y tamaño fibrilar representan dos conceptos principales en el reclutamiento muscular. Cuando se necesitan bajos niveles de tensión muscular, solo se estimulan las unidades motoras de bajo umbral que contienen un reducido número de fibras. Tales fibras son pequeñas y de contracción lenta de tipo I.  A medida que se necesita mayor tensión, progresivamente se reclutan unidades motoras de mayor umbral que contienen un mayor número de fibras musculares. Tales fibras son grandes y de contracción rápida de tipo II.

Las fibras tipo I suelen reclutarse antes que las de tipo II, incluso al lograr un reclutamiento voluntario máximo de todas las unidades motoras disponibles. En los atletas de elite las fibras aeróbicas tipo I convenientemente tienden a inhibirse para así utilizar las fibras anaeróbicas tipo II según las necesidades de velocidad, aceleración, y explosión del atleta.

Todos los movimientos deportivos requieren patrones altamente específicos de reclutamiento secuencial para su correcta y eficaz ejecución. A menos que se recluten determinadas fibras musculares activando las unidades motoras correspondientes se producirán pocas y malas adaptaciones a las demandas fisiológicas y biomecánicas impuestas. Sólo es posible reclutar voluntariamente una reducida y selectiva parte del total de unidades motoras disponibles.

Lo anterior significa que todas las unidades motoras disponibles no pueden activarse al mismo tiempo ya que existe un mecanismo inhibitorio y protector mediado por el sistema nervioso central. Sendos programas de entrenamiento han intentado reducir tal inhibición con el fin de lograr el control voluntario de un mayor número de unidades motoras en un esfuerzo máximo.

Sin duda, lo más importante en cualquier programa de entrenamiento implica estimular y desarrollar el patrón secuencial de reclutamiento motor requerido por una determinada actividad deportiva. El principio de especificidad del entrenamiento establece que la transferencia de la actividad de entrenamiento a un deporte depende del grado de similitud entre este y las demandas neuromusculares de la actividad deportiva en cuestión.

Por lo tanto, un programa de entrenamiento debe abordar la totalidad de las diferentes acciones musculares utilizadas en las habilidades deportivas implicadas. La sobrecarga, mediante resistencias gravitacionales u otras, en el exclusivo contexto del gimnasio y sin transferencia, es incapaz de lograr tal objetivo.

Una simplificación excesiva corresponde a decir que sólo es necesario fortalecer los músculos y luego practicar el deporte para lograr los patrones de ejecución adecuados. Tal afirmación solo corresponde al desarrollo de la tensión o fuerza muscular. La simplificación excesiva del funcionamiento del sistema neuromuscular puede conducir a limitaciones en una variedad de herramientas de entrenamiento altamente beneficiosas como la pliometría y los ejercicios de velocidad, entre otros. Estos componentes pueden aumentar la habilidad deportiva del atleta en un programa de entrenamiento correctamente implementado.

Dentro de cada tipo de fibra muscular existe un continuo de subtipos que reflejan diferentes componentes morfológicos y funcionales. El entrenamiento afecta múltiples características de una fibra muscular. Las modificaciones inducidas en cada fibra muscular dependen del tipo específico de estímulo recibido en función del ejercicio realizado. La posibilidad de planificar y crear tales modificaciones voluntariamente representa un factor y una habilidad central en todo proceso de entrenamiento deportivo a tener en cuenta por él entrenador.

Las unidades motoras anaeróbicas tipo II de alta potencia y fuerza utilizan un conjunto considerablemente diferente de fibras musculares que las unidades motoras tipo I de baja potencia utilizadas en actividades aeróbicas de menor potencia y fuerza. Por ejemplo, los velocistas de élite poseen altos porcentajes de fibras explosivas tipo II en su musculatura. Fundamentalmente porque las fibras musculares de tipo I no serían óptimas para la producción de fuerza y velocidad explosiva expresada en el mínimo periodo de tiempo posible.

Guillermo Laich de Koller

Doctor en Medicina y Cirugía

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